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miércoles, 25 de agosto de 2010

EL SILENCIO DE LA LUNA OSCURA.







En el tiempo del olvido, la luna quiso encerrar aquella voz; el sonido de las palabras que tanto la habían herido durante su vida como luna, y que muchas veces se repetían, arañando su alma, cada vez que era testigo del sufrimiento y del dolor de la vida.

Buscando dónde confinarlas, viajo en sus noches hasta que encontró en el fondo de un lago ,más allá de mil mundos, un pequeño baúl de cristal negro.

Con gran esfuerzo luchó, de nuevo, contra las normas que le había impuesto la bóveda celeste. Y así se sumergió en las aguas de ese lago, en la noche más hermosa de las noches de la luna oscura; en la noche en que se rebeló para apartar de si su desconsuelo.

Fue la noche en la que el cielo brilló solo con el destello de las estrellas, y en la que aquel lago de aguas oscuras se iluminó en la luz de nuestra luna.

Cuando por fin tuvo ese baúl entre sus manos blancas, lo depositó sobre la montaña tras la que se siempre se escondía. La montaña sin nombre, donde la luna se desprendía de su luz, y dejaba de ser ella.

En ese lugar, testigo de la única verdad, comenzó a arrancarse los sonidos que la desgarraban y uno a uno los fue metiendo en esa caja.

Y dentro “ los te quiero ante la luna por siempre” como mentiras regaladas en noches de pasión, y que cada vez que oía la enfurecían en sus destellos.

“los te odio y la luna es testigo” pues no era odio sino amor que hería y que sufría y que ella anhelaba y por ellos más brillaba.

Decidida a acabar con todo, también encerró los llantos que acompañaban a esas palabras, las risas falsas e hipócritas, los gemidos, los suspiros , los gritos….

Y en ese intento de aislarse en el silencio se encontró con su propia voz de luna oscura y se escuchó a si misma diciendo,

ENTREGARÉ ESTA NOCHE DE SILENCIO,
A QUIEN PUEDA OIRME Y VERME ,
A TRAVÉS DEL ETERNO BRILLO QUE ME RODEA,
MI ALMA OSCURA, MI PASIÓN,
PUES YO TAMBIÉN QUIERO SENTIR
Y SER MÁS,
Y SER MENOS
Y SER OSCURA
Y SER LUZ.

Se imaginó su propio llanto de emoción contenida, su risa sincera, sus gemidos, sus suspiros, sus gritos.

Y con odio entendió la ley a la que estaba sometida, y con furia arrojó el baúl de cristal negro contra la montaña, rompiéndose éste en mil pedazos que se llenaron de las palabras que la luna había guardado y que sonaron en infinitos ecos que cada noche se repiten.

Y en ese sonido… las palabras de la luna oscura se perdieron de nuevo, convirtiéndose únicamente en un recuerdo.